Desde temprana edad hemos conocido diferentes sistemas. Venimos de un padre y una madre, sus respectivos ancestros y sistemas y la conexión entre ellos. Rápidamente conocemos otros sistemas al ser parte de ellos: el sistema de acogida, la escuela, el movimiento juvenil, el club deportivo, el barrio, ... Posteriormente nos unimos a sistemas a los que nos comprometemos profesionalmente de forma temporal, equipo, empresa, asociación, ... No podemos imaginar la vida sin el contexto de los sistemas.

Y todos estos sistemas tienen su propia dinámica, una especie de campo de fuerza invisible y a menudo inconsciente que influye muchas de nuestras acciones, lo queramos o no. Después de todo, la realidad tiene lugar simultáneamente en diferentes capas, de las cuales la capa sistémica es una. Esta es también la razón por la que, a pesar de todas las posibles intervenciones comunicativas y psicológicas excelentes para abordar cuestiones personales, las soluciones a menudo nos conducen a malentendidos y frustración. Cuando esto ocurre, sabemos por experiencia que puede ser apropiado mirar el problema desde la perspectiva sistémica y encontrar una solución revelando el enredo sistémico. Después de todo, cuando lo que estaba oculto puede ser visto, pierde su poder, los individuos encuentran el lugar que les corresponde, los temas difíciles pueden aceptarse, la conexión se restablece y el sistema comienza a fluir nuevamente. De ahí la afirmación sistémica: “Anerkennen was ist”, (reconocer las cosas como son), una actitud valiente ante la vida para estar totalmente de acuerdo con lo que es.

El trabajo sistémico es una forma adicional de mirar y actuar que merece su lugar junto a todas las demás perspectivas para llegar a un enfoque integrado.